La impartición de la Educación Física, en nuestro país ha tenido diversas orientaciones. En 1940 se le dio un enfoque militarista que tiene como principal característica la rigidez del trabajo. Los alumnos debían acatar y cumplir órdenes bajo un estricto control.
En 1960, prevalece el enfoque deportivo y su finalidad principal era la competencia, por lo que el proceso enseñanza-aprendizaje se centraba en fundamentos deportivos y en actividades recreativas.
Las prioridades académicas en 1974 llevó a un enfoque orientando la psicomotricidad donde los alumnos debían cubrir como mínimo ocho unidades de aprendizaje definidas por objetivos, la preocupación de los maestros se centraba en aplicar métodos de educación psicomotriz que contribuían al desarrollo físico e intelectual de los alumnos.
Para 1988 el enfoque cambia al modelo orgánico funcional donde prevalece el trabajo estructurado por objetivos en se conservan las ocho unidades pero se da mayor importancia al desarrollo de las habilidades motrices, relacionando los contenidos con el funcionamiento de órganos, aparatos y sistemas del cuerpo humano, de manera que para el alumno era necesario relacionar los conocimientos adquiridos con el funcionamiento de su cuerpo.
En 1993 se utilizó un enfoque motriz de integración dinámica en el cual el movimiento corporal de los alumnos es básico para que éstos adquieran aprendizajes significativos, aprovechando al máximo los beneficios que la actividad física tiene para el desarrollo de las habilidades, destrezas, hábitos y actitudes relacionados con el movimiento corporal.
En 2011 es el Enfoque Global de Motricidad el alumno asume un rol como protagonista de la sesión, al tiempo que explora y vive experiencias motrices con sus compañeros, asumiendo códigos compartidos de conducta y comunicación; es decir, comprender que la motricidad desempeña un papel fundamental en la exploración y el conocimiento de su corporeidad, de sus habilidades y destrezas motrices, ya que comparte y construye con sus compañeros un estilo propio de relación y desarrollo motor, por lo que se concibe un alumno crítico, reflexivo, analítico y propositivo, tanto en la escuela como en los diferentes ámbitos de actuación en los que se desenvuelve.
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